No recuerdo la primera cinta que grabé, probablemente fue para mí mismo en algún momento previo a la adolescencia. Alguna cinta de 90 para llevarme en vacaciones, para intentar colar en el coche en el viaje a pesar de que ya sabía que iba a ser demasiado ruidosa para mis padres. Grabar cintas en verano, para el coche, para el radiocassette pequeño que llevábamos, fue siempre una tradición en mi casa. Con los años cada vez me llevaba más cintas que intentaban emular una discografía que crecía como podía. Mientras, el walkman se convirtió en acompañante habitual ávido de información en forma de cinta. La primera que grabé a una chica sí que la recuerdo, las que vinieron después también.
En el bonito libro editado por Thurston Moore “Mix tape: the art of cassette culture” (Universe Publishing, 2004) Dean Wareham (Galaxie 500, Luna) habla de las recopilaciones como una forma de discurso propia del final del siglo XX que fue rápidamente reemplazada por los playlist. La de los playlist es, también, otra historia. Hacer una mixtape no es como comprar un libro, un disco o una flor. Hacer una cinta requiere tiempo, esfuerzo y dedicación. Las canciones en una cinta rara vez están dispuestas, elegidas, secuenciadas al azar. Siempre hay un mensaje: “te quiero, pienso en ti todo el tiempo, esto es lo que siento sobre ti”. O quizá: “tengo un gusto exquisito, esta cinta es sobre mí, esto es lo que estoy escuchando”. Una cinta no es sólo mezclar canciones, sino también intenciones, sentimientos, insinuaciones más o menos obvias, declaraciones veladas que no te atreves a hacer en persona. Una polaroid tomada por uno mismo, con el punto de vista deformado y la mirada fija en el objetivo. Una bonita manera de adueñarse del talento ajeno y esconder miedos. Una solución para tímidos patológicos, una enfermedad para narcisistas y coleccionistas musicales, una radio de 45, de 60, de 90 minutos para oyentes exclusivos.
En el mismo libro, Matias Viegener reivindica el fenómeno como una forma de “american folk art”. Una forma de arte de vanguardia paralela al cut-up, al fotomontaje, al sampling. Una forma de derive situacionista en la que el que mezcla una cinta pasa de ser consumidor de cultura pop a convertirse en creador de ella. El consumidor toma las riendas, decide qué escucha, en qué orden y a qué precio. Las cintas liberan al oyente de la tiranía de las tiendas de discos, de las radios que se convertían en fuente, igual que las grabaciones liberaron a las generaciones anteriores de tener que asistir a conciertos para escuchar música.
Crecí yendo al Rastro a comprar cajas de cintas de 90 por 1000 pts, y recuerdo con cariño el darle al rec, a la pausa, el grabar silencios, el intentar que te coincida la canción con el final de la cinta, el intentar cuadrar los nombres de los grupos y las canciones en la diminuta carátula. Desde que la cosa digital llegó, hacer recopilaciones es muchas veces más una cuestión de elaborar un playlist. Se ha perdido -y, ésta, en mi opinión, es la mayor desventaja del CD- el imperativo físico de tener dos caras para rellenar. Dos caras que las más de las veces llevaban a pensar en secuencias diferentes en estilo, tempo, temática... Sin embargo la frialdad del CD nunca me pareció un problema, si me gustan los vinilos es por el tamaño de las portadas, y, en este sentido, prefiero el CD para hacer mixtapes ya que me permite hacer portadas con mayor comodidad y detalle. Portadas que lucen más y que tienen más posibilidades. En este sentido, para mí, y esto es una apreciación totalmente subjetiva, en el proceso de grabar una recopilación es imprescindible el de diseñar una portada. Hasta el punto de que el hacer portadas -con el formato de una cassette, de un CD o inventando uno- es lo que me metió en el mundo del diseño, lo que me descubrió que se podía uno expresar así, con imágenes, con músicas ajenas. Recortando y pegando, con montajes, descontextualizando, con el ordenador o con las manos, con fotocopias, con pinturas, con plantillas, con papel vegetal, de estraza, cartón negro o de colores. El medio es el mensaje, pero el medio no es el soporte, y da igual que sea una cassette, un cd o una lista de reproducción del Itunes envuelta en papel albal, lo importante es que una recopilación siempre será algo más que un juntar canciones porque sí."
Artículo aparecido en el número 2 de Dead City Radio
Escribí esto hace un año y no tengo mucho que añadir. Lo que voy a colgar aqui en realidad poco tiene que ver con aquellas cintas en las que había que hacer verdaderas proezas para que todo casase bien. La intención de este blog es recuperar un poco el espíritu de entonces con la extremada accesibilidad que permiten los medios actuales. Colgaré (en servidores tipo rapidhsare) recopilaciones listas para tostar, con su artwork incluido, para quien le interese. Y si alguien quiere colaborar que alce la voz.
Hola, no podría sentirme más identificado con este post, aunque yo no me atrevía con las de 90 porque al parecer forzaban demasiado el mecanismo del casette. Aunque winamp ayuda lo suyo, al final lo que cuenta, ahora y antes, es haber trazado una línea -magnética- que une cada canción a la siguiente con sólo un dedo y la emoción del momento. Saludos.
ResponderEliminarMe ha encantado la recopilación, yo no ando mucho en bici pero bueno, se sale...
ResponderEliminarAqui te dejo el enlace de un grupo de mi ciudad que igual te hace tilín:
http://myspace.com/kaitenband
Como era muy largo, te he respondido aquí:
ResponderEliminarhttp://estrellaenmar.spaces.live.com/blog/cns!143F2B800C73ECD0!1616.entry
HOLA SOY DE VENEZUELA Y ESTOY INTERESADO! ACA DIGO PRESENTE PARA LO QUE SALGA! PERTENESCO A UN COLECTIVO DE HIP HOP EN EL QUE ESTAMOS PRODUCIENDO UN MIXTAPE PARA ESTE MISMO AÑO ACA DEJO MI MSN: MORGUE689@HOTMAIL.COM
ResponderEliminar